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León de la Calzada
Una historia Diferente -Rubén Rodríguez Molina
En cualquier tiempo y lugar el hombre crea signos y representaciones en respuesta a la necesidad que le exige su condición social. Numerosas ciudades del mundo cuentan con símbolos propios que han alcanzado universalmente su identificación. La ciudad de León, Guanajuato, por disposición de su Ayuntamiento Municipal, tiene su escudo oficial, síntesis fiel de la historia y manera de ser de los leoneses. Actualmente se cuenta con el monumento 'Puerta Milenio', que pretende significar nuestra historia y desarrollo, aparte de integrar un atractivo espacio cultural y de recreación familiar.
No obstante lo anterior, el Arco de la Calzada de los Héroes, coronado con su león de bronce, es el símbolo leonés de más arraigo y difusión tanto en nuestro país como en el extranjero.
El león de bronce
Este signo artificial, construido desde 1896, ha recibido varias transformaciones en su ya rebasada historia centenaria. En un principio se le llamó 'Arco de la Paz', y al proyecto original ideado y ejecutado por el Ing. Pedro Tejada León, le fue agregado el pedestal y jarrones que rematan el arco, consecuencia de las ideas aportadas por don Teodoro Galván. Transcurrieron los años y el monumento perdió el motivo inicial, la paz, para identificarse simplemente como el Arco de la Calzada de los Héroes.
En 1943 el industrial leonés y reconocido benefactor, don Francisco Lozornio Castillo, agregó al Arco un nuevo elemento, indicativo del nombre de nuestra ciudad: una escultura de león fabricada con ladrillos, varilla y mezcla, modelada con cemento, cuya hechura encomendó a Daniel Herrera Jiménez, un maestro albañil de la construcción del Templo Expiatorio.
En cualquier tiempo y lugar el hombre crea signos y representaciones en respuesta a la necesidad que le exige su condición social. Numerosas ciudades del mundo cuentan con símbolos propios que han alcanzado universalmente su identificación. La ciudad de León, Guanajuato, por disposición de su Ayuntamiento Municipal, tiene su escudo oficial, síntesis fiel de la historia y manera de ser de los leoneses. Actualmente se cuenta con el monumento 'Puerta Milenio', que pretende significar nuestra historia y desarrollo, aparte de integrar un atractivo espacio cultural y de recreación familiar.
No obstante lo anterior, el Arco de la Calzada de los Héroes, coronado con su león de bronce, es el símbolo leonés de más arraigo y difusión tanto en nuestro país como en el extranjero.
El león de bronce
Este signo artificial, construido desde 1896, ha recibido varias transformaciones en su ya rebasada historia centenaria. En un principio se le llamó 'Arco de la Paz', y al proyecto original ideado y ejecutado por el Ing. Pedro Tejada León, le fue agregado el pedestal y jarrones que rematan el arco, consecuencia de las ideas aportadas por don Teodoro Galván. Transcurrieron los años y el monumento perdió el motivo inicial, la paz, para identificarse simplemente como el Arco de la Calzada de los Héroes.
En 1943 el industrial leonés y reconocido benefactor, don Francisco Lozornio Castillo, agregó al Arco un nuevo elemento, indicativo del nombre de nuestra ciudad: una escultura de león fabricada con ladrillos, varilla y mezcla, modelada con cemento, cuya hechura encomendó a Daniel Herrera Jiménez, un maestro albañil de la construcción del Templo Expiatorio.

Arco de La Calzada
Con lo anterior, el símbolo del Arco adquirió otro motivo, cuya aceptación de los locales y visitantes se otorgó con
lentitud, dada la arraigada costumbre de observar al monumento y a su imagen en su estructura original... la consideraban
completa sin necesidad de agregados.
Transcurrieron quince años de la permanencia del león de mampostería, cuando la gente acostumbrada al mismo y a la creencia imaginaria que por su posición seguía con la vista a quien lo mirara, fue bajado de su pedestal para ser reemplazado por un león de bronce, con mayor arte, a partir del 16 de marzo de 1958.
Desde esa fecha hasta ahora, más de cuatro décadas transcurridas, existe la creencia popular, expresada oralmente y por escrito, de que el matador de toros Antonio Velázquez 'Corazón de León', originario de esta ciudad y ya fallecido, a título de donación para la ciudad costeó totalmente la escultura metálica de referencia.
En el presente trabajo intentamos escribir la verdadera historia del León de la Calzada, desconocida hasta ahora por la mayoría de los leoneses y que es un tema de actualidad e interés, no obstante la antigüedad de su creación.
Antonio Velázquez nació en León, Gto., el 14 de diciembre de 1920, tomo la alternativa en la ciudad de México el 31 de enero de 1943, en cuya corrida compartió créditos con Fermín Espinoza 'Armillita' y Silverio Pérez; el toro del doctorado se llamó 'Andaluz'. Después de varias actuaciones en el país viajó a España, y en Madrid confirmó su alternativa exitosamente el 4 de octubre de 1945.
'Corazón de León' fue el mote cariñoso impuesto por sus admiradores, bien merecido por el nuevo matador, por ganar su prestigio con esforzado y calificado buen desempeño. Falleció el 15 de octubre de 1959 en el Distrito Federal.
El diestro, no obstante su frecuente actividad en los ruedos, venía asiduamente a León y se hacía presente no sólo cuando actuaba, sino además algunas veces como espectador; disfrutaba con regularidad en las reuniones de peñas, muy propias para comentar sobre la corrida acontecida, o para dialogar sobre detalles pasados y presentes de devenir taurino.
En uno de esos convivios (en 1957), fue donde Antonio Velázquez criticó constructivamente al león de mampostería, que con poco lucimiento adornaba el Arco de la Calzada. Opinó que para prestigio de la ciudad y orgullo de sus habitantes, se debería reemplazarlo con una escultura de bronce con mayor arte y presencia, la cual debía ejecutarla un artista reconocido por su calidad y buen gusto en sus trabajos.
El par de Pamplona
Tal vez motivado por el diálogo, o bien presionado por los interlocutores que conversaban sobre el asunto, o quizá por su orgullo de ser leonés, que siempre manifestaba, pero de cualquier manera que haya sido, el apreciado diestro propuso llevar a cabo la idea ofreciéndose como el principal gestor, o hasta donador, de la hechura y el costo respectivamente.
El par de Pamplona - Peraza
La propuesta para ejecutar el proyecto recayó en el afamado escultor don Humberto Peraza Ojeda, autor de numerosas obras en la década de los cincuenta y en tiempos posteriores también de creaciones relevantes. Se deben al prolífico escultor: estatuas, fuentes, retratos, imágenes religiosas y otras creaciones.
Es de mencionar, a manera de ejemplo La fuente Las Sirenas y el Tritón, del Parque Industrial de Naulcalpan; el monumento a Javier Rojo Gómez, en Huichapan; el grupo de la Fuente de los Niños, en Hermosillo; los bustos a Mariano Otero, Ignacio L. Vallarta, Emilio Rabasa, José María Morelos y Ramos Arizpe, los cuales lucen en el Congreso de la Unión; la imagen de la Virgen del Carmen, en Tampico; la estatua de Agustín Lara, en Madrid; y el Pegaso para la fuente del patio central del Palacio Nacional, en la ciudad de México.
Algunas de estas ejecuciones posiblemente fueron comentadas en la amena reunión, donde surgió la gloriosa idea sobre el león de bronce, pero definitivamente el modelo de mayor fuerza que debió considerarse fue el 'Par de Pamplona', una escultura de Peraza de significativa hechura, relativa al arte taurino y dirigida a un importante suceso, entusiasta y conmovedor, que satisfizo a los exigentes aficionados y enloqueció a los fanáticos del festejo bravío: la tarde triunfal del torero leonés Rodolfo Gaona, durante la feria de San Fermín, el 8 de julio de 1915, donde, lidiando a 'Rodillero', de la ganadería del marqués de Saltillo, un cárdeno obscuro recogido de pitones, le puso el primer par al cuarteo y para el segundo, 'El Califa' se fue andando, dejándose ver del toro que estaba situado en el tercio, marcó la salida por el lado izquierdo, cuarteó e hizo la reunión de manera perfecta: los brazos a la altura de la frente, las manos naturalmente separadas, apenas mantenido sobre las puntas de las zapatillas... y clavó bien igualado, en todo lo alto, con la testuz de la bestia acariciándolo dócilmente. El público obligó a Gaona a dar tres vueltas al ruedo. A Gaona se le reconocieron la elegancia, la naturalidad para hacer el toreo clásico y el dominio de todas las suertes.
Notas
La imagen del león de mampostería corresponde a su estado actual, y la podemos admirar en el Zoológico de León. En seguida se ve a Antonio Velázquez en su pose característica para ejecutar la 'Gaonera'. La ilustración digitalizada tuvo como base un óleo de Pancho Flores.
El 'Par de Pamplona' es de la fotografía que dio la vuelta al mundo, realizada por el artista de la lente Rodero, misma que sirvió de base para la escultura de Peraza.
El torero Velázquez, en cumplimiento de su propuesta, inició las pláticas con el escultor Humberto Peraza a quien le solicitó un presupuesto para elaborar el ansiado monumento. Al conocer su costo, de 45 mil pesos, debió parecerle elevado para liquidarlo totalmente de su peculio; consultó el asunto con un grupo de amigos, relacionados en su mayoría con la fiesta brava. Entre ellos surgió la idea de integrar un comité para que por medio de una suscripción popular se pagara la estatua de bronce.
Al constituirse el 'Comité Pro León de la Calzada', resultó electo presidente el Sr. Juan Francisco Delgado, abriendo la suscripción Antonio Velázquez con 10 mil pesos, aportación única hecha por él.
Fue hasta el primero de octubre de 1957 cuando se firmó el contrato respectivo para la elaboración del león de bronce entre los señores Juan Francisco Delgado, por el Comité, el escultor Humberto Peraza, y como fiador y en su caso directo pagador de las cantidades que el Comité no cubriese, figuró el H. Ayuntamiento de León, representado por su Presidente Municipal del período 1955-1957, Lic. Enrique Gómez Guerra.
La cantidad pactada de 45 mil pesos debía cubrirse de la siguiente manera: 15 mil a la firma, 15 mil al aprobarse el modelado, y los 15 mil restantes al ser entregado el trabajo. Otras condiciones convenidas en el contrato de referencia fueron las siguientes:
La figura del león tendría una dimensión de tres metros de largo, sin tomar en cuenta la cola, por la altura proporcionada correspondiente.
La escultura debería modelarse en barro y fundida en bronce por el procedimiento denominado 'a la cera perdida', o sea fundición artística.
No sería fundida en bronce hasta ser aprobada de absoluta satisfacción y conformidad de la comisión integrante, así como por la comisión de personas competentes que para ese efecto se nombraran.
El escultor Peraza sería el ejecutor de los trabajos inherentes a la obra y tendría a su cargo la supervisión de ellos, asumiendo las responsabilidades siguientes:
La ejecución de la estatua se efectuaría en un plazo de 85 días a partir de la fecha del contrato, de modo que la obra quedara terminada para transportarse a la ciudad de León.
Los gastos de transporte y colocación correrían por cuenta del Comité Pro León de la Calzada.
La dirección técnica de la colocación de la estatua estaría a cargo del Arq. Peraza.
Entre las fuerzas vivas de la ciudad los miembros del Comité continuaron la suscripción; lograron reunir $21,875.00. Respondieron al llamado instituciones, profesionistas, empresarios y particulares, 39 en total, incluyendo al matador. El costo total de la escultura más los gastos de colocación ascendió a $50,953.75, por lo que la diferencia ($29,078.75), fue cubierta por el H. Ayuntamiento de esta ciudad de León, que para esas fechas era presidido por don Irineo Durán Pérez (1958-1960), quien heredó del Lic. Gómez Guerra el compromiso de liquidar.
Por los datos y cifras dados a conocer anteriormente, hay que dar honor a quien honor merece: gracias a los 39 cooperadores y a un Alcalde visionario, ese símbolo que enorgullece a la ciudad, el León de la Calzada, se pudo llevar a feliz término.
Transcurrieron quince años de la permanencia del león de mampostería, cuando la gente acostumbrada al mismo y a la creencia imaginaria que por su posición seguía con la vista a quien lo mirara, fue bajado de su pedestal para ser reemplazado por un león de bronce, con mayor arte, a partir del 16 de marzo de 1958.
Desde esa fecha hasta ahora, más de cuatro décadas transcurridas, existe la creencia popular, expresada oralmente y por escrito, de que el matador de toros Antonio Velázquez 'Corazón de León', originario de esta ciudad y ya fallecido, a título de donación para la ciudad costeó totalmente la escultura metálica de referencia.
En el presente trabajo intentamos escribir la verdadera historia del León de la Calzada, desconocida hasta ahora por la mayoría de los leoneses y que es un tema de actualidad e interés, no obstante la antigüedad de su creación.
Antonio Velázquez nació en León, Gto., el 14 de diciembre de 1920, tomo la alternativa en la ciudad de México el 31 de enero de 1943, en cuya corrida compartió créditos con Fermín Espinoza 'Armillita' y Silverio Pérez; el toro del doctorado se llamó 'Andaluz'. Después de varias actuaciones en el país viajó a España, y en Madrid confirmó su alternativa exitosamente el 4 de octubre de 1945.
'Corazón de León' fue el mote cariñoso impuesto por sus admiradores, bien merecido por el nuevo matador, por ganar su prestigio con esforzado y calificado buen desempeño. Falleció el 15 de octubre de 1959 en el Distrito Federal.
El diestro, no obstante su frecuente actividad en los ruedos, venía asiduamente a León y se hacía presente no sólo cuando actuaba, sino además algunas veces como espectador; disfrutaba con regularidad en las reuniones de peñas, muy propias para comentar sobre la corrida acontecida, o para dialogar sobre detalles pasados y presentes de devenir taurino.
En uno de esos convivios (en 1957), fue donde Antonio Velázquez criticó constructivamente al león de mampostería, que con poco lucimiento adornaba el Arco de la Calzada. Opinó que para prestigio de la ciudad y orgullo de sus habitantes, se debería reemplazarlo con una escultura de bronce con mayor arte y presencia, la cual debía ejecutarla un artista reconocido por su calidad y buen gusto en sus trabajos.
El par de Pamplona
Tal vez motivado por el diálogo, o bien presionado por los interlocutores que conversaban sobre el asunto, o quizá por su orgullo de ser leonés, que siempre manifestaba, pero de cualquier manera que haya sido, el apreciado diestro propuso llevar a cabo la idea ofreciéndose como el principal gestor, o hasta donador, de la hechura y el costo respectivamente.
El par de Pamplona - Peraza
La propuesta para ejecutar el proyecto recayó en el afamado escultor don Humberto Peraza Ojeda, autor de numerosas obras en la década de los cincuenta y en tiempos posteriores también de creaciones relevantes. Se deben al prolífico escultor: estatuas, fuentes, retratos, imágenes religiosas y otras creaciones.
Es de mencionar, a manera de ejemplo La fuente Las Sirenas y el Tritón, del Parque Industrial de Naulcalpan; el monumento a Javier Rojo Gómez, en Huichapan; el grupo de la Fuente de los Niños, en Hermosillo; los bustos a Mariano Otero, Ignacio L. Vallarta, Emilio Rabasa, José María Morelos y Ramos Arizpe, los cuales lucen en el Congreso de la Unión; la imagen de la Virgen del Carmen, en Tampico; la estatua de Agustín Lara, en Madrid; y el Pegaso para la fuente del patio central del Palacio Nacional, en la ciudad de México.
Algunas de estas ejecuciones posiblemente fueron comentadas en la amena reunión, donde surgió la gloriosa idea sobre el león de bronce, pero definitivamente el modelo de mayor fuerza que debió considerarse fue el 'Par de Pamplona', una escultura de Peraza de significativa hechura, relativa al arte taurino y dirigida a un importante suceso, entusiasta y conmovedor, que satisfizo a los exigentes aficionados y enloqueció a los fanáticos del festejo bravío: la tarde triunfal del torero leonés Rodolfo Gaona, durante la feria de San Fermín, el 8 de julio de 1915, donde, lidiando a 'Rodillero', de la ganadería del marqués de Saltillo, un cárdeno obscuro recogido de pitones, le puso el primer par al cuarteo y para el segundo, 'El Califa' se fue andando, dejándose ver del toro que estaba situado en el tercio, marcó la salida por el lado izquierdo, cuarteó e hizo la reunión de manera perfecta: los brazos a la altura de la frente, las manos naturalmente separadas, apenas mantenido sobre las puntas de las zapatillas... y clavó bien igualado, en todo lo alto, con la testuz de la bestia acariciándolo dócilmente. El público obligó a Gaona a dar tres vueltas al ruedo. A Gaona se le reconocieron la elegancia, la naturalidad para hacer el toreo clásico y el dominio de todas las suertes.
Notas
La imagen del león de mampostería corresponde a su estado actual, y la podemos admirar en el Zoológico de León. En seguida se ve a Antonio Velázquez en su pose característica para ejecutar la 'Gaonera'. La ilustración digitalizada tuvo como base un óleo de Pancho Flores.
El 'Par de Pamplona' es de la fotografía que dio la vuelta al mundo, realizada por el artista de la lente Rodero, misma que sirvió de base para la escultura de Peraza.
El torero Velázquez, en cumplimiento de su propuesta, inició las pláticas con el escultor Humberto Peraza a quien le solicitó un presupuesto para elaborar el ansiado monumento. Al conocer su costo, de 45 mil pesos, debió parecerle elevado para liquidarlo totalmente de su peculio; consultó el asunto con un grupo de amigos, relacionados en su mayoría con la fiesta brava. Entre ellos surgió la idea de integrar un comité para que por medio de una suscripción popular se pagara la estatua de bronce.
Al constituirse el 'Comité Pro León de la Calzada', resultó electo presidente el Sr. Juan Francisco Delgado, abriendo la suscripción Antonio Velázquez con 10 mil pesos, aportación única hecha por él.
Fue hasta el primero de octubre de 1957 cuando se firmó el contrato respectivo para la elaboración del león de bronce entre los señores Juan Francisco Delgado, por el Comité, el escultor Humberto Peraza, y como fiador y en su caso directo pagador de las cantidades que el Comité no cubriese, figuró el H. Ayuntamiento de León, representado por su Presidente Municipal del período 1955-1957, Lic. Enrique Gómez Guerra.
La cantidad pactada de 45 mil pesos debía cubrirse de la siguiente manera: 15 mil a la firma, 15 mil al aprobarse el modelado, y los 15 mil restantes al ser entregado el trabajo. Otras condiciones convenidas en el contrato de referencia fueron las siguientes:
La figura del león tendría una dimensión de tres metros de largo, sin tomar en cuenta la cola, por la altura proporcionada correspondiente.
La escultura debería modelarse en barro y fundida en bronce por el procedimiento denominado 'a la cera perdida', o sea fundición artística.
No sería fundida en bronce hasta ser aprobada de absoluta satisfacción y conformidad de la comisión integrante, así como por la comisión de personas competentes que para ese efecto se nombraran.
El escultor Peraza sería el ejecutor de los trabajos inherentes a la obra y tendría a su cargo la supervisión de ellos, asumiendo las responsabilidades siguientes:
La ejecución de la estatua se efectuaría en un plazo de 85 días a partir de la fecha del contrato, de modo que la obra quedara terminada para transportarse a la ciudad de León.
Los gastos de transporte y colocación correrían por cuenta del Comité Pro León de la Calzada.
La dirección técnica de la colocación de la estatua estaría a cargo del Arq. Peraza.
Entre las fuerzas vivas de la ciudad los miembros del Comité continuaron la suscripción; lograron reunir $21,875.00. Respondieron al llamado instituciones, profesionistas, empresarios y particulares, 39 en total, incluyendo al matador. El costo total de la escultura más los gastos de colocación ascendió a $50,953.75, por lo que la diferencia ($29,078.75), fue cubierta por el H. Ayuntamiento de esta ciudad de León, que para esas fechas era presidido por don Irineo Durán Pérez (1958-1960), quien heredó del Lic. Gómez Guerra el compromiso de liquidar.
Por los datos y cifras dados a conocer anteriormente, hay que dar honor a quien honor merece: gracias a los 39 cooperadores y a un Alcalde visionario, ese símbolo que enorgullece a la ciudad, el León de la Calzada, se pudo llevar a feliz término.
Incidentes
Numerosos incidentes se registraron para que el león de bronce llegara a lo alto del Arco de la Calzada.
A la firma del contrato, una vez entregados los 15 mil pesos iniciales, el escultor Peraza, en una misiva fechada el 28 de octubre de 1957, le informa al Comité haber terminado el modelado de la escultura del león de bronce que tuvieron a bien encomendarle y que ofreció terminarlo el 31 del mismo mes de octubre, pidiendo que fuesen en esa fecha a revisar el trabajo (Ver la Carta).
En telegrama enviado el 29 de octubre de 1957 al Sr. Francisco Delgado por el escultor Peraza dice: «Les espero día 31 revisar león terminado. Atentamente. Humberto Peraza».
En una nueva carta fechada en México, D. F. el 2 de diciembre de 1957, del escultor al presidente del Comité Pro León de la Calzada, le hace ver sus inconformidades y motivos para suspender el trabajo, así como las propuestas para proceder a terminarlo (Ver la Carta).
Por fortuna para la causa el Comité recibió el apoyo económico de particulares y se pudo cumplir con el contrato.
En la relación de donativos empleados en la construcción del león de bronce según listado del 22 de enero de 1958, se cita la cantidad de $23,500.00 por parte de la Presidencia Municipal, pero también cubrió las siguientes cantidades: Indemnización por gastos y perjuicios al fundidor: $1,000.00; transporte de la escultura a León: $300.00; por soldar la cola: $150.00; y un recibo de gastos efectuados en las maniobras locales de transporte (subir el león de bronce y bajar el de mampostería del Arco de la Calzada de los Héroes), a cargo de la Constructora León, S. de R. L., por la cantidad de $4,503.75, de modo que el total del dinero aportado por la Presidencia ascendió a $29,078.75
No hubo faena... pero al león le cortaron el rabo
Cuando el ahora famoso león de bronce llegó a la ciudad a bordo de un transporte de carga, al bajarlo notaron que se le había desprendido parte de la cola, por lo que se ordenó someterlo de inmediato a una 'cirugía reconstructiva', que se realizó en la fundición del Sr. Juan José Guerra a un costo de $150.00.
Ya con el apéndice soldado fue exhibido durante varios días frente al Palacio Municipal y posteriormente trasladado a la Calzada junto al Arco. Ahí la arrogante figura del león fue sujeta a duras pruebas de resistencia: niños azuzados por sus padres y padres azuzados por sus hijos, con fierros, palos y piedras golpeaban a más y mejor la broncínea figura del felino, que en lugar de rugir lanzaba al aire sonidos similares al de campanas y esquilas cuando desde el campanario llaman a los fieles, variando el tono según la fuerza, objeto o lugar donde se le pegara.
Para defenderlo de esos ataques se optó por subirlo a lo alto del Arco ?en el lado derecho visto desde la Madero?, donde permaneció varios días. Las gratuitas acometidas no cesaron, ya no a la estatua sino a los trabajadores que preparaban la maniobra de quitar el león de mampostería para sustituirlo por el de bronce.
Insultos, intento de cohecho y hasta amenazas de muerte recibían los hombres que, no sin temor, continuaron su trabajo.
Fue el mismo domingo 16 de marzo de 1958 cuando se presentó por la mañana una mujer impecablemente vestida, con aroma de perfume importado, portando una bolsa sostenida por una correa que desde el hombro se prolongaba hasta la altura de su cintura; avanzando lentamente se acercó hasta donde se encontraba la grúa con sus motores apagados aún, interrogando a quien estaba cerca de ella:
Numerosos incidentes se registraron para que el león de bronce llegara a lo alto del Arco de la Calzada.
A la firma del contrato, una vez entregados los 15 mil pesos iniciales, el escultor Peraza, en una misiva fechada el 28 de octubre de 1957, le informa al Comité haber terminado el modelado de la escultura del león de bronce que tuvieron a bien encomendarle y que ofreció terminarlo el 31 del mismo mes de octubre, pidiendo que fuesen en esa fecha a revisar el trabajo (Ver la Carta).
En telegrama enviado el 29 de octubre de 1957 al Sr. Francisco Delgado por el escultor Peraza dice: «Les espero día 31 revisar león terminado. Atentamente. Humberto Peraza».
En una nueva carta fechada en México, D. F. el 2 de diciembre de 1957, del escultor al presidente del Comité Pro León de la Calzada, le hace ver sus inconformidades y motivos para suspender el trabajo, así como las propuestas para proceder a terminarlo (Ver la Carta).
Por fortuna para la causa el Comité recibió el apoyo económico de particulares y se pudo cumplir con el contrato.
En la relación de donativos empleados en la construcción del león de bronce según listado del 22 de enero de 1958, se cita la cantidad de $23,500.00 por parte de la Presidencia Municipal, pero también cubrió las siguientes cantidades: Indemnización por gastos y perjuicios al fundidor: $1,000.00; transporte de la escultura a León: $300.00; por soldar la cola: $150.00; y un recibo de gastos efectuados en las maniobras locales de transporte (subir el león de bronce y bajar el de mampostería del Arco de la Calzada de los Héroes), a cargo de la Constructora León, S. de R. L., por la cantidad de $4,503.75, de modo que el total del dinero aportado por la Presidencia ascendió a $29,078.75
No hubo faena... pero al león le cortaron el rabo
Cuando el ahora famoso león de bronce llegó a la ciudad a bordo de un transporte de carga, al bajarlo notaron que se le había desprendido parte de la cola, por lo que se ordenó someterlo de inmediato a una 'cirugía reconstructiva', que se realizó en la fundición del Sr. Juan José Guerra a un costo de $150.00.
Ya con el apéndice soldado fue exhibido durante varios días frente al Palacio Municipal y posteriormente trasladado a la Calzada junto al Arco. Ahí la arrogante figura del león fue sujeta a duras pruebas de resistencia: niños azuzados por sus padres y padres azuzados por sus hijos, con fierros, palos y piedras golpeaban a más y mejor la broncínea figura del felino, que en lugar de rugir lanzaba al aire sonidos similares al de campanas y esquilas cuando desde el campanario llaman a los fieles, variando el tono según la fuerza, objeto o lugar donde se le pegara.
Para defenderlo de esos ataques se optó por subirlo a lo alto del Arco ?en el lado derecho visto desde la Madero?, donde permaneció varios días. Las gratuitas acometidas no cesaron, ya no a la estatua sino a los trabajadores que preparaban la maniobra de quitar el león de mampostería para sustituirlo por el de bronce.
Insultos, intento de cohecho y hasta amenazas de muerte recibían los hombres que, no sin temor, continuaron su trabajo.
Fue el mismo domingo 16 de marzo de 1958 cuando se presentó por la mañana una mujer impecablemente vestida, con aroma de perfume importado, portando una bolsa sostenida por una correa que desde el hombro se prolongaba hasta la altura de su cintura; avanzando lentamente se acercó hasta donde se encontraba la grúa con sus motores apagados aún, interrogando a quien estaba cerca de ella:
- ¿Dónde está el operador de la grúa?
- Aún no llega -le informó el interpelado.
A los pocos minutos llegó otro trabajador y repitió la pregunta; éste le señaló al que primero había cuestionado, y un tanto molesta se dirigió a él. Disimulando prudencia lo invitó a tomar un 'refresco' en uno de los lugares que estaban frente al Arco. Al no aceptar el ofrecimiento la dama metió la mano al bolso, sacó un buen fajo de billetes y se los ofreció al 'gruyero' para que no bajara al león de mampostería, aduciendo que no quería que lo sustituyeran por 'un león sin sexo definido'. El hombre se negó a hacerlo diciéndole que a él le pagaban por hacer el trabajo y que mejor se dirigiera a sus superiores. La dama, sin mostrar pánico escénico, metió la otra mano al bolso y... ¡oh, sorpresa!, sacó un revólver Cobra 38 especial al tiempo que preguntaba:
- ¿Prefiere esto? ?enseñándole el arma y la paca de dinero.
El hombre se adelantó y fácilmente desarmó a la mujer, sacó los cinco tiros del cilindro y le devolvió el arma no sin recomendarle:
- Tenga cuidado con estos juguetitos... son cosa de hombres.
Cuando el escultor Peraza conoció este y otros detalles preguntó:
- ¿Por qué lo harían?
Se le contestó que el grupo descontento era de simpatizantes o familiares de personas ligadas al león de cemento armado. Con criterio de hombre de mucho mundo exclamó:
- ¡Ah, bueno... eso es sentimentalismo puro!
Los encargados del intercambio de leones nunca estuvieron solos; además de Dios que los cuidaba estaban elementos de la fuerza pública y sus compañeros de labores que, siempre en estado de alerta, trataron de evitar un derramamiento inútil de sangre.
¿Por qué no hablar de 'forcados?
Uno de los primeros sorprendidos del aval como fiador de la alcaldía para cubrir el costo de la escultura de bronce fue el Presidente Municipal, don Irineo Durán Pérez, que ante la 'herencia' recibida, luego de analizar pros y contras, con ese lenguaje franco y pintoresco que siempre lo caracterizó, le comunicó a sus colaboradores:
- Señores... ¡vamos a agarrar al toro por los cuernos! ?un coro de carcajadas vino cuando completaron el dicho con un:
- ¡Y al gallo por los espolones y al león... por la melena!
Fue, pues, don Irineo Durán, si no el primer forçado, sí uno de los capitanes. Antonio Velázques fue el detonante de la idea y quien abrió la suscripción popular; otros que ayudaron a 'agarrar al toro por los cuernos' fueron los integrantes del Comité, los señores Juan Francisco Delgado, José Valadez, Amador Fuentes, y de los 38 más, cuyos nombres están grabados en el bronce de la escultura según versión del taurófilo Pedro Cárdenas ?sin olvidar a hombres como don Antonio Sánchez Herrera y sus hijos Alfredo y Alfonso Sánchez López, que apoyaron la causa moral y económicamente. Cooperaron además el Ing. José Alvarado Orozco, gerente de la Constructora León, que al igual que el Ing. Manuel Enríquez y Alberto F. Darnel colaboraron en la maniobra ?estos dos últimos con personal y equipo de la fábrica de Cementos León.
Un merecido reconocimiento al operador de la grúa de Cementos, Agustín Farfán Arreola, que gracias a su pericia y sangre fría fue posible bajar 'casi' intacto al felino de mampostería, pues siempre existió el peligro de que se desintegrara en la maniobra.
El león de cemento armado, construido a expensas del filantrópico industrial don Francisco Lozornio, obra que fue puesta en manos del albañil Daniel Herrera Jiménez, encargado hasta su muerte de la construcción del famoso Templo Expiatorio Diocesano, se trasladó primeramente al parque Benito Juárez, cercano a la estación de ferrocarriles, y posteriormente colocado en el interior del Zoológico de Ibarrilla, lugar donde se encuentra en la actualidad.
Notas
A la memoria de mi padre, C. P. Miguel Rodríguez Velázquez, ya que gracias a su acuciosidad se conservaron los documentos originales utilizados en esta pequeña obra
Rubén Rodríguez Molina. - Derechos reservados conforme a la Ley.
- Aún no llega -le informó el interpelado.
A los pocos minutos llegó otro trabajador y repitió la pregunta; éste le señaló al que primero había cuestionado, y un tanto molesta se dirigió a él. Disimulando prudencia lo invitó a tomar un 'refresco' en uno de los lugares que estaban frente al Arco. Al no aceptar el ofrecimiento la dama metió la mano al bolso, sacó un buen fajo de billetes y se los ofreció al 'gruyero' para que no bajara al león de mampostería, aduciendo que no quería que lo sustituyeran por 'un león sin sexo definido'. El hombre se negó a hacerlo diciéndole que a él le pagaban por hacer el trabajo y que mejor se dirigiera a sus superiores. La dama, sin mostrar pánico escénico, metió la otra mano al bolso y... ¡oh, sorpresa!, sacó un revólver Cobra 38 especial al tiempo que preguntaba:
- ¿Prefiere esto? ?enseñándole el arma y la paca de dinero.
El hombre se adelantó y fácilmente desarmó a la mujer, sacó los cinco tiros del cilindro y le devolvió el arma no sin recomendarle:
- Tenga cuidado con estos juguetitos... son cosa de hombres.
Cuando el escultor Peraza conoció este y otros detalles preguntó:
- ¿Por qué lo harían?
Se le contestó que el grupo descontento era de simpatizantes o familiares de personas ligadas al león de cemento armado. Con criterio de hombre de mucho mundo exclamó:
- ¡Ah, bueno... eso es sentimentalismo puro!
Los encargados del intercambio de leones nunca estuvieron solos; además de Dios que los cuidaba estaban elementos de la fuerza pública y sus compañeros de labores que, siempre en estado de alerta, trataron de evitar un derramamiento inútil de sangre.
¿Por qué no hablar de 'forcados?
Uno de los primeros sorprendidos del aval como fiador de la alcaldía para cubrir el costo de la escultura de bronce fue el Presidente Municipal, don Irineo Durán Pérez, que ante la 'herencia' recibida, luego de analizar pros y contras, con ese lenguaje franco y pintoresco que siempre lo caracterizó, le comunicó a sus colaboradores:
- Señores... ¡vamos a agarrar al toro por los cuernos! ?un coro de carcajadas vino cuando completaron el dicho con un:
- ¡Y al gallo por los espolones y al león... por la melena!
Fue, pues, don Irineo Durán, si no el primer forçado, sí uno de los capitanes. Antonio Velázques fue el detonante de la idea y quien abrió la suscripción popular; otros que ayudaron a 'agarrar al toro por los cuernos' fueron los integrantes del Comité, los señores Juan Francisco Delgado, José Valadez, Amador Fuentes, y de los 38 más, cuyos nombres están grabados en el bronce de la escultura según versión del taurófilo Pedro Cárdenas ?sin olvidar a hombres como don Antonio Sánchez Herrera y sus hijos Alfredo y Alfonso Sánchez López, que apoyaron la causa moral y económicamente. Cooperaron además el Ing. José Alvarado Orozco, gerente de la Constructora León, que al igual que el Ing. Manuel Enríquez y Alberto F. Darnel colaboraron en la maniobra ?estos dos últimos con personal y equipo de la fábrica de Cementos León.
Un merecido reconocimiento al operador de la grúa de Cementos, Agustín Farfán Arreola, que gracias a su pericia y sangre fría fue posible bajar 'casi' intacto al felino de mampostería, pues siempre existió el peligro de que se desintegrara en la maniobra.
El león de cemento armado, construido a expensas del filantrópico industrial don Francisco Lozornio, obra que fue puesta en manos del albañil Daniel Herrera Jiménez, encargado hasta su muerte de la construcción del famoso Templo Expiatorio Diocesano, se trasladó primeramente al parque Benito Juárez, cercano a la estación de ferrocarriles, y posteriormente colocado en el interior del Zoológico de Ibarrilla, lugar donde se encuentra en la actualidad.
Notas
A la memoria de mi padre, C. P. Miguel Rodríguez Velázquez, ya que gracias a su acuciosidad se conservaron los documentos originales utilizados en esta pequeña obra
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